Siguiendo su camino en dirección a Ilmora, salen de Alberia y llegan a Dalaborn, en concreto a un pueblo amurallado aparentemente apacible donde habitan muchos ciudadanos pelirrojos y muy pálidos. La primera noche que pasan en el pueblo sucede tranquilamente, pero por la mañana despiertan con la noticia del secuestro de uno de esos niños pelirrojos. Tras investigar un poco, descubren que el niño era fotofóbico y que hay restos de sangre aparentemente vieja en la ventana. Descubren, además, que las gentes del pueblo son muy supersticiosas: tienen herraduras para ahuyentar la mala suerte, ajos para ahuyentar a los vampiros...
Deciden ir a ver al rey y a la reina para ofrecer sus servicios como investigadores tras escuchar que se tratan de unos señores muy comprometidos con su pueblo y que están muy preocupados. Al entrar en el castillo, ven como en el hall hay unos cuadros de la familia feudal. Les llama la atención los ojos de la reina, que aparecen plateados, pero el guarda les cuenta que fue un error del pintor, que se excusó por tan terrible error pero que la reina le perdonó.
La familia feudal contrata a los forasteros, pues les preocupa el pueblo y la seguridad de su hijo, también pelirrojo. Durante las siguientes noches investigan por el pueblo hasta encontrar a un ser secuestrando a un niño. Lo persiguen hasta una casa abandonada, y allí se dividen: Kireg entra en la casa mientras que los demás se enfrentan a ese ser.
Lo que Kireg encuentra dentro es a una pequeña criatura que, tras atacarlo, sale huyendo por los tejados. Pese a que Kireg intenta seguirle, al final acaba por perderle el rastro, por lo que vuelve a la casa para observar que sus compañeros han conseguido decapitar a la criatura, un ser pelirrojo de ojos plateados. Al salir el sol, el cuerpo empieza a combustionar de manera instantánea. Deciden, pues, envolver la cabeza del ser para mostrarla al rey, que no cree en ninguna superstición, como prueba de que, efectivamente, tiene vampiros en su pueblo.
Una vez mostrada la prueba, los reyes (Carmilla, la reina, siempre lleva un velo en la cara) acuerdan, por iniciativa de nuestros héroes, reunir a todas las familias de hijos pelirrojos en el castillo con la excusa de una fiesta pero con el objetivo de poder capturar a los vampiros cuando aparezcan.
Belkyra, que al entrar al castillo desapareció, aparece por la noche de la mano de Carmilla, presentándolo como su escolta personal y yéndose con ella a la sala del trono después de que la señora dé la bienvenida a todos en el comedor.
Cuando nuestros amigos van a la sala del trono para preguntar a Belkyra dónde había estado, las puertas del comedor se cierran con llave.
Entonces, la verdad sale a la luz: Carmilla es la reina de los vampiros del lugar y pretende usar la energía de las almas de los niños pelirrojos, reencarnaciones de su gente, para abrir un portal y huir de la tierra amenazada por el Filisnogos. Les insinúa, antes de empezar la batalla, que no podrán destruirlo: en todo caso cabe la posibilidad de que puedan dibujar un círculo para sellarlo; pero es tan peligroso que ella no quiere estar aquí cuando intenten hacerlo. Cuando descubre que, además, se ha liberado un dragón rojo, se muestra más decidida que nunca.
Nuestros héroes descubren que Belkyra, con la personalidad completamente anulada, se ha vuelto contra ellos y defiende a muerte a Carmilla.
Finalmente, Carmilla logra escapar con los niños y les deja una nota junto al cadáver de su marido: les ofrece todo lo que quieran coger como recompensa por su excelente trabajo. Tras llevarse algunas de las pertenencias del muerto, huyen al bosque tras inmovilizar a Belkyra. Es en el bosque donde Keiran decide realizar un pacto con Hugin y Munin, perdiendo un ojo a cambio de conseguir sus favores.
Puntos de Experiencia ganados: Belkyra, 15. Los demás, 12.
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